Quienes
tenemos el vivo interés en los estudios
de género, podemos identificar a la Doctora
Marcela Lagarde como un referente acerca
de la teorización alrededor de lo que implica este término : la sociedad
adscribe roles y funciones a los seres humanos de acuerdo al sexo de su
nacimiento. A partir de este concepto básico se desprenden muchas conexiones y
adhesiones acerca de lo socialmente admitido, los imaginarios, las posturas y
las acciones que se toman al respecto.
En
mi desarrollo como antropóloga tuve la grata obligación de leer una de sus
textos más importantes: “ Los cautiverios de las mujeres: madresposas,
monjas, putas, presas y locas”(1997)
donde realiza un análisis de la identidad de la mujer en estos diversos ámbitos
y el poder que puede desarrollar desde estas posiciones subalternas. Así como
este texto hay muchas reflexiones expresadas por ella y concretizadas en más de 100 artículos.
Además
del papel intelectual, la función política no le fue ajena, hay que notar su papel de feminista “tradicional” ( si se
puede acordar su contraparte) activa y de
lucha, debido a que fue diputada federal por el PDR ( Partido de la
Revolución Democrática) y su principal
logro fue la primera investigación sobre violencia feminicida en México.
A
inicios de este año Marcela Lagarde
dictó una conferencia magistral en el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara-México, titulado: “Aprendizaje
de una feminista sobre la política, el poder y el Estado”. Tengo que decir que
fue una experiencia muy satisfactoria, llena de reflexiones y memorias de una
antropóloga latinoamericana que se
presentaba ante un auditorio compuesto
por su mayoría de mujeres, con los murales de
José Clemente Orozco en su
cabecera que llevan el título de “ EL
pueblo y sus falsos líderes”.
Esa
noche se habló de qué es ser una feminista, desde la posición de alguien que
había visto los inicios de esta lucha en México. Ella expresó que el feminismo es la reflexión de quien no encaja en el mundo, resistentes y
disidentes a aquello que se ve y no se puede cambiar. Es mirar qué es lo oculto
y cuál es el engaño patriarcal. Significa criticar a la utopía moderna desde el
sujeto excluido de la modernidad.
A
través de su casi soliloquio se pudo ver un proceso por la búsqueda de derechos para las mujeres.
Cuestiones básicas que hoy ya ni nos
preguntamos, porque simplemente creemos
que siempre fue así como el voto, la oportunidad de poder elegir a
nuestros representantes, la igualdad ante la ley y los derechos reproductivos.
Construir esa igualdad ha sido y es
complicado cuando aún existe desigualdad.
Considerándose
como persona de la tercera edad, Marcela Lagarde expuso esa noche un recorrido quijotesco
en el México machista y patriarcal de hoy y más intenso en el pasado, según sus
memorias. “Los años pesan”, especialmente para una vida de militancia.
Creo
que las cuestiones básicas en lo referente al género, lo cotidiano, las
posturas y acciones no se alejan demasiado entre la sociedad peruana y
mexicana. De repente juega el factor de prejuicio sobre un México machista para
intensificar más esa diferencia, pero en el fondo no creo que sea tanta. Hay
mucho camino por recorren, organizaciones peruanas de mujeres que tienen mucha
trayectoria pero no cuentan con una presencia
muy activa en la sociedad. Me viene la memoria la ciudad de La Paz, me acuerdo
de las “Mujeres Creando” con su radio Deseo
y sus graffitis colocados en las principales calles del centro: “Eva no
salió de la costilla de Evo”.
Esa noche, Marcela Lagarde transformó su soliloquio en una ovación muy prolongada cuando dijo:” La política del Vaticano ha causado en mi país más daño a las mujeres que el narco.”